Todo indica que el régimen cubano va a por los dólares de los exiliados. Ya no le bastan las remesas que se roban, ni la apropiación del 80% de los salarios de los médicos-esclavos.
Pocos meses después de haber triunfado la revolución cubana, Fidel Castro torcía la historia de Cuba y el camino de la propia revolución cuando comenzó a confiscar empresas extranjeras y nacionales en el país sin ningún tipo de contemplación y ninguna indemnización. Todas estas intervenciones fueron forzosas, a punta de pistola. De esta forma matonesca comenzaba la barbarie económica, política y social cometida por Fidel Castro que puso fin al próspero pero imperfecto capitalismo cubano, para adentrarse en uno de los más siniestros y arcaicos sistemas políticos que ha tenido la historia de la humanidad: el comunismo.
En su estrategia de tierra confiscada, no faltaron rebeliones de miles de personas y familias honorables, muchos de los cuales fueron fusilados (más de 3.000), otros miles tuvieron que pasar largas condenas de cárcel y decenas de miles tuvieron que marcharse del país sin un centavo en el bolsillo, después de perderlo todo: ahorros, casas, autos, tierras, fábricas, minas y todo tipo de negocios, también joyas y todo tipo de pertenencias personales, hasta seres queridos que fueron vilmente fusilados. De esta forma dolorosa comenzaba la división de las familias cubanas y toda la destrucción del país que vino después. Así nació el exilio cubano.
Comenzaba la destrucción antropológica del pueblo cubano, su historia, sus valores y sus costumbres. Años más tarde, después de haber limpiado todo tipo de revuelta ciudadana, la “Ofensiva Revolucionaria” de 1968 confiscó 55.636 medianos y pequeños negocios, que constituían el último vestigio de capitalismo y emprendimiento que quedaba en la Isla. A partir de entonces el Estado no solo era dueño de todo el tejido empresarial del país, también era prácticamente dueño de todos sus ciudadanos.
Por decenas de años, miles de cubanos han sido marginados de volver a su patria por sus ideas políticas. Intelectuales, deportistas, médicos, ingenieros, abogados, artistas, escritores, pintores, maestros, periodistas, opositores, o sencillamente cubanos de a pie, han sido demonizados en la prensa cubana despojándolos de sus derechos de ser cubanos y poder regresar a su tierra.
Este viaje ha durado ya 64 años. Durante este tiempo el exilio cubano ha crecido al calor de las crisis migratorias que han sacudido al país desde los mismos inicios de la revolución de 1959 —Camarioca (1965), Mariel (1980), Crisis de los Balseros (1994), Caravanas por Suramérica-Centroamérica (2016-2017), ruta Nicaragua (2022-2023)—. Estas crisis han tenido de todo: actos de repudio en los centros de trabajo y las propias casas de los exiliados, confiscación de viviendas y efectos personales, demonizaciones públicas a los individuos que expresaron su intención de marcarse del país, con calificativos humillantes como “escorias, gusanos, apátridas, traidores, etc”. Este macabro bullying político puesto en práctica desde los inicios de la revolución por el dictador Fidel Castro, y más tarde, perfeccionado por el Partido Comunista, se ejecutó sin piedad en todo tipo de centros educativos y laborales. Miles de ciudadanos quedaron traumatizados de por vida con estos viles y atroces actos de atropello y enajenación humana.
Los hechos que exiliados y no exiliados nunca deben olvidar
Como memoria histórica de estos salvajes y repugnantes hechos se hace imprescindible recordar a los desmemoriados comunistas que hoy convocan a la IV Conferencia La Nación y la Emigración, fijada para este 18 de noviembre, la lista de orientaciones que el Comité Provincial del Partido Comunista instruía seguir contra los ciudadanos que expresaron su deseo de irse del país cuando ocurrió la Crisis del Mariel en 1980. En un documento titulado “Orientaciones a nuestro pueblo acerca de la conducta a seguir con los apátridas, lumpens, flojos, traidores y vendepatrias que se marchan del país”, quedaban plasmadas las siniestras órdenes a seguir instruidas por el partido comunista.
Entre las orientaciones más macabras plasmadas en el mencionado documento podemos citar las siguientes:
“Al conocer que algún ciudadano de la localidad ha pedido su salida del país, el pueblo tiene derecho a manifestar su opinión a través de actos de repudio a tal actitud, de muy diversas formas y en distintos grados de intensidad, según sea la irritación popular que tal conducta concite por los antecedentes de cada caso.” Con esta orden se daba total libertad para reprimir con total impunidad a las víctimas.
“En todos los casos sin excepción, los CDR de las cuadras están responsabilizados con la custodia, en nombre de todo el pueblo, de las viviendas de aquellos que se marchan del país. No permitirán que persona alguna, que no conviva asiduamente en dichos hogares se queden en las casas al marcharse estos, así como que sean extraídos de las mismas, ni distribuidos, muebles, autos, ni objeto alguno que no sean estrictamente de uso personal.” Con esta orden el Estado tomaba control de las propiedades y activos de todo aquel que se marchaba del país.
“El cuidado y conservación de estos bienes del pueblo deben ser preservados por la comunidad celosamente. Los Comités de Zona de CDR, y en cada cuadra, garantizarán en coordinación con la Dirección de la Vivienda del Poder Popular de cada municipio, el sellaje de las viviendas tan pronto sus moradores la abandonen. Solo se exceptúa de estas medidas a aquellas viviendas donde conviven otros familiares de forma estable, reconocida y legítima”. De esta forma se institucionalizaba y se consumaba el saqueo a las propiedades de cualquier ciudadano que solicitase la salida del país.
El ciudadano que expresaba su deseo de emigrar lo perdía todo, desde su dignidad hasta sus propiedades. Una vez más el Estado usaba su omnipotente poder para rapiñar todas las propiedades del ciudadano en cuestión, sin indemnizarlo con un solo centavo.
Un exilio poderoso aguarda para la reconstrucción de Cuba
Hoy, ese ejército de cubanos que en distintas etapas emigró de Cuba por razones políticas aglutina a más de tres millones de personas. Alrededor del 90% de estas viven en EEUU, donde han tenido la oportunidad de vivir y desarrollarse en una sociedad organizada y libre, donde han aprendido que la libertad es la base de la prosperidad. Hoy la comunidad cubana en la Florida es la más fuerte dentro de comunidades latinas asentadas en este estado. Su ímpetu y empuje emprendedor ha permitido levantar uno de los destinos turísticos más grandes de EEUU y uno de los estados más prósperos de la nación estadounidense.
El capital financiero concentrado en manos de los exiliados cubanos es grande, también lo es su capital social. Exitosos emprendedores, hombres de negocios, médicos, empresarios, abogados, banqueros, electricistas, intelectuales, maestros, ingenieros, arquitectos, contadores, agentes de bienes raíces, y demás profesiones inundan de cubanos la sociedad floridana.
En los últimos 30 años el exilio cubano ha sido capaz de enviar a la Isla y poner en manos de los cubanos lo que el Gobierno comunista ha sido incapaz de hacer: 52.251,99 millones de dólares en efectivo, y otros 50.000 millones en bienes de consumo.
La diáspora cubana tiene el potencial de inyectar más de 20.000 millones de dólares en un periodo de 24 a 36 meses si el país transita a una democracia con Estado de derecho y libre mercado. Y no se trata solamente de los multimillonarios de origen cubano, sino de los cientos de miles que podrían invertir parte de sus ahorros o sacar líneas de crédito para levantar negocios junto a sus familiares en el país donde nacieron.
La bondadosa caridad del exilio cubano y su deseo de reconstruir el país no va a supeditarse a un régimen que ha marginado los derechos ciudadanos de los cubanos por más de seis décadas. Para que esto suceda el régimen imperante iene que desaparecer. No hay opción posible con ellos en el poder. Se necesita un Estado de derecho, de libre empresa y de separación de poderes que proteja y empodere a los ciudadanos para que el rescate del exilio cubano para reconstruir el país se produzca.
Un llamado al exilio para rescatar un país que destruyeron
Hoy nos encontramos con un régimen agonizante, quebrado, con sus industrias destruidas, con su matriz energética colapsada, con una abultada deuda externa, con una agricultura que apenas produce. Con ciudades cayéndose a pedazos por la falta de mantenimiento de sus viviendas, con una pésima distribución de agua que tiene a cientos de miles de cubanos sin acceso agua potable, un país prácticamente paralizado por falta de transporte y combustible. Hoy tenemos un país que se vanagloria de ser potencia médica y en la práctica presenta un sistema de salud colapsado, con sus hospitales en ruinas, con una aguda escasez de medicamentos y una alarmante falta de personal médico.
Hoy tenemos un país que su régimen dictatorial destruyó la que fuera la industria azucarera más poderosa del mundo, que se había convertido en el principal exportador de azúcar a nivel mundial. Hoy Cuba tiene que importar azúcar. Cuba se ha convertido en uno de los países de más alto riesgo donde invertir, porque su régimen no paga. Ya ni sus socios políticos le prestan dinero, ni hacen inversiones en la Isla. Su capital político también está quebrado. El 11 de julio del 2021 el pueblo se lanzó en masa a las calles a pedir libertad y el fin del comunismo. Una vez más, el régimen cubano apeló a la violencia, a la brutal represión, a las golpizas, a los juicios sumarios, a las altas penas de cárcel, a las leyes mordazas y al exilio forzoso. Hoy más de mil cubanos se pudren en las cárceles por haber salido a las calles a pedir libertad, incluidos decenas de menores de edad.
Las políticas económicas implementadas por el régimen en estas seis décadas han sofocado cualquier intento de emprendimiento ciudadano. Agotadas las opciones para sobrevivir en el país, se ha producido la crisis migratoria más grande de cubanos en toda su historia. Mas de medio millón de cubanos se ha marchado del país en los últimos dos años. Otro par de millones aguardan por el programa de parole humanitario para irse del país.
En este contexto, el régimen cubano hace un par de años lanzó la ley de MIPYMES, un mes después de las protestas del 11 de julio, con la intención de aplacar un poco la rebeldía ciudadana, simular una apertura económica que no existe e iniciar una transformación de sus quebradas empresas estatales en empresas privadas. En este periodo se han formalizado 8.938 MIPYMES. A primera vista, podría parecer un lento paso hacia el progreso económico. Sin embargo, las restricciones impuestas por el Gobierno cubano limitan la verdadera libertad económica que estas empresas necesitan para prosperar.
Comparando con otros países de América Latina, donde la supervivencia de las MIPYMES en condiciones de libertad económica supera el 45% en los primeros dos años, el número de MIPYMES establecidas en Cuba en ese periodo resulta decepcionante. Para tener una idea de cómo se comportan las MIPYMES en América Latina, los países que menos tienen son Bolivia y Panamá con un poco más de 50.000 cada uno. Un mayor número de MIPYMES corresponde a México (4.170.755), Perú (2.367.735), Colombia (1.605.481), República Dominicana (1.400.000) y Chile (990.532). El resto tiene entre 147.000 y 880.000.
Los cubanos y el exilio ante el escenario actual han preferido invertir en un plan que permita sacar del país a sus familiares queridos en vez de invertir junto a ellos en las mencionadas MIPYMES. El gráfico que mostramos a continuación así lo demuestra.
En poco tiempo el exilio ha financiado la salida del país de más de medio millón de cubanos y está listo para sacar a otros dos millones. En contraste, muy pocos exiliados han incursionado de una u otra forma en la inversión de MIPYMES, solo unos pocos testaferros y agentes de influencia del régimen cubano. Dentro de la Isla, oligarcas del régimen y sus familiares participan en la creación de las MIPYMES, también testaferros, simpatizantes del régimen, hasta represores. A esto hay que sumar un grupo de emprendedores que trata de sobrevivir en este contexto antes de morir de hambre en el maltrecho sector estatal.
El régimen cubano, a falta de créditos internacionales, con una economía en bancarrota total y con la mayor crisis inflacionaria de su historia, ha hecho un llamado para que el exilio invierta en el país. Para ello, baraja como prevé la desaparición de la “figura del emigrado”, evaluando cómo será la contribución de los cubanos en el exterior en beneficio del desarrollo del país, según han expresado los organizadores del encuentro.
En el evento se pretende discutir con una representación de emigrados escogidos con pinzas varios temas de interés para el régimen: las perspectivas de la relación entre emigrados y régimen; los temas migratorios; la cultura y la identidad —cada uno con sus peculiaridades—, el desarrollo económico y las inversiones, con énfasis en las oportunidades para la participación de cubanos en los procesos socioeconómicos que tienen lugar en el país, según ha trascendido en la prensa cubana.
Todo indica que el régimen de Cuba va a por los dólares de los exiliados. Ya no le bastan las remesas que se roban, ni la apropiación del 80% de los salarios de los médicos-esclavos que exportan a otros países. El encuentro no es para discutir la permisibilidad de que los emigrados puedan votar. Hay que recordar que los cubanos que viven en el exterior son marginados de participar en las elecciones de la Isla. En resumen, quieren nuestro dinero, pero no nuestros votos.
A falta de una potencia salvadora y benefactora que mantenga su economía parásita, el régimen ha tenido la desfachatez de convocar a invertir en el país a quienes marginaron, encarcelaron, humillaron y condenaron a irse del país por problemas políticos y falta de oportunidades.
Conclusiones
La convocatoria lanzada por el régimen cubano para organizar la reunión “La Nación y la Emigración” no es más que un acto de pirotecnia política que no servirá de nada. Esta reunión no es un acto de reconciliación, ni un intento honesto de pedir perdón después de tantos actos de barbaries y discriminatorios. Es una puesta en escena para recibir a genuflexos colaboradores, agentes de influencia, oportunistas y tontos útiles que se prestan para ser comodines mediáticos para generar mucho ruido y obtener pocas o ningunas nueces.
En esta hora final donde el sistema se derrumba por sí mismo, pretender seducir a un exilio que fue marginado de sus derechos, sin ni siquiera pedir perdón por los actos de barbarie cometidos en el pasado, y que todavía cometen en el presente. La búsqueda desesperada de oxígeno a costa del exilio muestra la fragilidad en la que el régimen cubano se encuentra sumergido en su etapa final.
La nación cubana es una sola, cubanos somos todos los que vivimos dentro y fuera de Cuba. Todos tenemos los mismos derechos. La oportunidad de reconstruir el país existe, está al doblar de la esquina, está más cerca que nunca de la mano de todos los cubanos. Pero no será bajo el yugo del verdugo que separó a las familias, que tildó de gusanos y vendepatrias a los cubanos por tener diferentes ideas políticas, que los obligó a marcharse de su tierra para lograr libertad y materializar sus sueños. No será bajo el sistema comunista que nos separa y denigra en emigración y nación. Será cuando entre todos podamos construir una nación bajo un gobierno democrático, con separación de poderes, donde se respeten la libertades políticas, religiosas, empresariales, de asociación, en un mercado de libre empresa basado en la oferta y la demanda, donde los ciudadanos puedan generar riquezas libremente y sean respaldados por un marco legal que los proteja y donde no haya distinciones regulatorias especiales por vivir dentro o fuera del país. Cuba es de los cubanos, no de los tiranos.
Publicado originalmente en Diario de Cuba
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