Descargar informe completo en PDF (Español)
Download complete Report in PFD (English)

Cuando en el 2010 el gobierno cubano anunció que comenzaría un proceso de reformas para la transformación de la economía, uno de los objetivos fundamentales era estimular la producción agrícola nacional para disminuir la importación de alimentos, cuyo valor en aquel entonces excedía anualmente los 2,000 millones de dólares y representaban el 80% del total de alimentos que se consumía el país.

Dentro de las reformas del sector agrícola, el incremento de la producción de productos cárnicos era uno de los objetivos de mayor prioridad. Los productos cárnicos están entre los productos que más recursos requieren para su importación. En el año 2010, justo cuando dio inicio el proceso de reformas, el país importó 233,938 toneladas de productos cárnicos que representaron un gasto de 291 millones de dólares. Ver Figura 1.

Figura 1. Importación de productos cárnicos en el mercado cubano, 2010 (en toneladas y %).

Fuente: Elaborado por Havana Consulting Group a partir de la información publicada por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI).

Siete años más tarde, los resultados alcanzados muestran que las reformas fracasaron en lograr el objetivo de disminuir la importación de alimentos. En el caso específico de los productos cárnicos la importación en 2017 fue de 352.264 toneladas, lo que representó un crecimiento de 50.6% y el gasto por la compra de estos alimentos fue de 377.1 millones de dólares, lo que representó un crecimiento de 29.6% con respecto al 2010.  Ver Figura 2

Figura 2. Importación de productos cárnicos en el mercado cubano, 2017 (en toneladas y %)

Fuente: Elaborado por Havana Consulting Group a partir de la información publicada por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI).

Así las cosas, la importación de productos alimenticios continuó aumentando con la entrada de las MIPYMES en el ámbito económico cubano. La entrada de las MIPYMES en la economía de la isla no ha significado un aumento de la producción interna en la agricultura cubana, sino todo lo contrario. Ahora se produce menos y se importa más. Es obvio que la estrategia del gobierno no ha funcionado. Los tabúes ideológicos que rigen la gobernanza del país relacionados con la generación de riquezas impiden la eliminación de las trabas burocráticas y las leyes que frenan el desarrollo productivo.

En este sentido, mantener el monopolio estatal de ACOPIO como el yugo que regula la producción agrícola del país constituye un verdadero nudo que frena el desarrollo productivo agrícola, el cual las MIPYMES no pueden ni van a resolver.

El valor total de los productos cárnicos importados en el 2022 fue de 672,972 millones de dólares. Una cifra 78.45% superior al valor de las importaciones en el 2017.

Un ejemplo revelador: la experiencia de un inversionista interesado en producir pollo en Cuba

Durante el periodo del deshielo con EE. UU. bajo la Administración Obama, una empresa líder de la producción de pollo en Centroamérica y el Caribe, presentó una propuesta de inversión por valor de más de $200 millones de dólares para producir pollo en Cuba en una fórmula de capital mixto. La empresa entregaba todo a Cuba “llave en mano”: pie de cría, instalaciones, alimentos, medicinas, tecnología, supervisión técnica, así como los estudios de factibilidad que demostraban que en breve se cubriría la demanda nacional y no mucho después se podría exportar pollo a otros mercados cuyo acceso facilitaba esa empresa. Sus ejecutivos hicieron más de dos decenas de viajes a la isla para asistir a reuniones improductivas y al final se fueron sin llegar a un acuerdo porque les exigían más del 50% de las ganancias y acciones cuando Cuba solo aportaba a la empresa “mixta” los terrenos para las instalaciones. Comprar pollo congelado al país que los “bloquea” y venderlos en las tiendas de GAESA a la población muy por encima del costo de adquisición y trasportación era más simple y lucrativo que producirlo. Además, la importación evitaba el tener que compartir ganancias con el inversor y perder el control monopólico de los canales de comercialización mayorista y minorista de carne de pollo en el país.

Conclusiones

  1. La oligarquía cubana agrupada en GAESA no tiene como prioridad resolver los problemas de alimentación nacional sino en lucrar con las necesidades de la población en ese aspecto. Para alcanzar ese objetivo no requiere incrementar la producción sino lucrar importando productos alimenticios que posteriormente comercializan en las redes minoristas controladas por ellos a más de un 240% como mínimo del valor al cual fue adquirido en el exterior.
    Un ejemplo que ilustra estos intereses fue cuando negaron permiso a la muy ventajosa propuesta de inversión por valor de más de $200 millones de dólares presentada en la etapa del deshielo por una empresa líder de la producción de pollo en Centroamérica y el Caribe, que en breve habría satisfecho la demanda nacional y generado un exceso para la exportación a otros mercados. Comprar pollo congelado al “enemigo imperialista” y venderlos muy por encima del costo de adquisición y trasportación en las tiendas bajo control el control monopólico de GAESA era más simple y lucrativo que producirlo. Además, la importación evitaba el tener que compartir grandes ganancias con el inversor y perder el control monopólico de los canales de comercialización mayorista y minorista de carne de pollo en el país.
    De todos los productos cárnicos analizados, la situación más crítica es la de la carne de pollo. En los últimos 12 años la demanda ha crecido 104.84% y la producción nacional ha disminuido un 13%. El resultado es que, en 2022 el país tuvo que importar el 90.2% del pollo consumido.
    De haberse aceptado la propuesta inversionista antes mencionada la población tendría hoy asegurada una producción nacional de pollo a precios asequibles y la economía nacional -no GAESA- se estaría beneficiando de la exportación del excedente a otros mercados en el exterior según reflejaban los planes de factibilidad que ya había realizado el inversionista.
  2. La reforma más urgente que necesita el país es en la esfera productiva –en especial la agropecuaria– no en la de la importación de mercancías. A esto hay que sumar el control de los canales de distribución que ejerce GAESA en el comercio minorista dolarizado, incluido el del turismo, constituye una barrera que impide y lastra el desarrollo productivo del país. Su posición prácticamente monopólica está sustentada sobre la base de la importación no sobre la base de la producción. Por esta razón es que en el país no existen leyes que prioricen y estimulen el desarrollo productivo. A GAESA no le interesa tener un competidor interno que le quite cuota de mercado y lo margine de obtener grandes ganancias.
  3. Doce años después de iniciadas las reformas económicas para actualizar el modelo económico cubano en el 2011, el país no ha logrado disminuir la importación de productos alimenticios. Los productos cárnicos aumentaron su nivel de importación en un 65.58% entre 2010 y 2022. El valor en dinero de estas importaciones tuvo un aumento de 131.20%, al pasar de 291.06 millones de dólares invertidos en el 2010 a 672.96 millones de dólares invertidos en el 2022.
    La falta de recursos financieros, el deterioro de las estructuras productivas, el atraso tecnológico y la barrera monopólica y parásita de ACOPIO sobre los productores nacionales continúan siendo el lastre que socava la producción agrícola en el país, dentro de la cual se incluye la producción de productos cárnicos.
  4. El lastre que impide el crecimiento de la producción agrícola en la isla es la estatización de los medios de producción, la centralización de la economía, el control de precios, el régimen estalinista de venta forzada al estado de la mayor parte de sus ganados y cosechas (sistema de Acopio), la falta de libertad de los campesinos para exportar e importar y buscar inversionistas de forma directa; en resumen, la falta de voluntad política para hacer cambios y la prevalencia de los tabúes ideológicos sobre el régimen económico.
    Por ello, aun con la implementación de la nueva Ley de MIPYMES, el gobierno no ha logrado crear las oportunidades para atraer la inversión de nacionales -residan en Cuba o en el exterior- ni de extranjeros que ayuden a un aumento de la producción nacional. El resultado ha sido un aumento significativo de la importación de productos cárnicos y una disminución notable de la producción de estos en el país.
  5. El mercado cubano continúa siendo poco atractivo. Dado el precario estado de sus industrias, las leyes mordazas que imponen una camisa de fuerza productiva al campesinado cubano y a los propios emprendedores, la abultada deuda externa del gobierno, la alta inflación y el control monopólico del estado sobre los principales sectores de la economía, hacen que el mercado cubano sea uno de los más riesgosos en el planeta donde invertir.
    De nada vale crear carpetas de inversiones promocionado millonarios proyectos para producir productos cárnicos entre otros, si el mercado sigue centralmente controlado por el gobierno y alejado de las posibilidades del emprendimiento ciudadano.
    El sector agrícola necesita un cambio estructural que permita el incremento de la producción nacional, incluida la de cárnicos, especialmente de carne de pollo. También necesita una estrategia que atraiga la inversión extranjera a gran escala para revitalizar esta industria.

Coda

En Cuba la producción de productos cárnicos es muy baja porque las “autoridades” gubernamentales no gobiernan para promover el desarrollo nacional y atender las necesidades del pueblo, sino para favorecer los intereses de la nueva oligarquía de GAESA.

Con la escasez crónica de productos alimenticios que hay en el país, con las grandes extensiones de tierra fértil que se encuentran ociosas, con la gran cantidad de personas que quieren emprender un negocio y poder generar riquezas, cabe preguntarse ¿por qué a estas alturas todavía las autoridades cubanas no han creado las condiciones legales internas, de libertad empresarial que son imprescindibles para liberar las fuerzas productivas y poder atraer la inversión que se necesita para desarrollar este sector? La respuesta es sencilla, porque persiguen sus propios intereses, no los de la sociedad.

La actual sociedad cubana no es de los humildes, por los humildes y para los humildes como anuncia su propaganda. Estamos ante un sistema de la oligarquía, por la oligarquía y para la oligarquía. Y tampoco estamos en presencia de una oligarquía productiva, sino especuladora y parasitaria.


Descargar informe completo en PDF (Español)
Download complete Report in PFD (English)