En 2022, Cuba cerró con una tasa de inflación interanual del 39,07%, una de las más elevadas del mundo y con efectos muy negativos que el régimen parece no saber controlar o mitigar. Esta tasa, sin ir más lejos, es casi 5 veces superior a la registrada en la vecina República Dominicana, y casi 4 veces superior a la del conjunto de los países de América Latina.

La inflación presenta, además, rasgos muy negativos si se analiza el comportamiento de los distintos componentes. La inflación de la Alimentación y bebidas no alcohólicas aumentó a una espectacular tasa interanual del 62,95% más de 30 puntos porcentuales superior a la media, y la del componente de Restaurantes y hoteles al 55,64%, otros 20 puntos más.

Dos tasas que repercuten de forma intensa sus aumentos en el índice, por ejemplo, la Alimentación lo hace en un 76% y los Restaurantes un 12%. El resto de componentes tiene un peso inferior en la tasa interanual, desde una perspectiva objetiva el régimen debería saber dónde tiene que concentrar los esfuerzos en la lucha contra la inflación, pero no lo hace, o lo que es peor, quizás no sepa hacerlo.

De la inflación en 2022 se pueden señalar otros aspectos igualmente negativos. El más preocupante fue su aceleración a lo largo del año, lo que se puede medir con las tasas de variación mensuales. En diciembre, la tasa para el conjunto de IPC fue de un 3,74% en un solo mes, pero en el caso de Alimentación llegó al 5,66% y en el componente de Educación (que es un servicio público del estado) el aumento de precios en el mes fue de 3,96%.

Pero es que, además, la inflación en Cuba durante los dos últimos años ha roto las bases del funcionamiento de la economía de forma muy destacada. En 2021 la tasa interanual fue del 77,3% como consecuencia del impacto de la tarea ordenamiento. En 2022, creció el 39,07% antes citado.

Para conocer el impacto de esta subida de la inflación en dos años consecutivos, pensemos en un salario de 3.000 pesos el 1 de enero de 2021. Su poder de compra en aquel momento equivalía a 3.000 pesos, pero con la inflación del 77% en 2021 ese poder de compra en diciembre equivalía a 690 pesos.

A lo largo de 2022 con la inflación del 39,07% esos 690 pesos se habrían convertido en 420 pesos. Dicho de otro modo, los 3.000 pesos de 1 de enero de 2021 tendrían un poder de compra equivalente el 31 de diciembre de 2022 de 420 pesos. La pérdida acumulada sería de un 86%. La capacidad adquisitiva de los cubanos, con el índice medio, descendió un 86% desde el 1 de enero de 2021, pero evidentemente sería mucho mayor si se toma en consideración el dato del componente de Alimentación y bebidas no alcohólicas, pero los economistas miden el poder adquisitivo con el índice general, que ha provocado esa erosión del 86% en el salario, o pensión.

Esta erosión del poder adquisitivo de las rentas nominales golpea igualmente a los depósitos bancarios y a cualquier otro activo que posean los cubanos, porque la inflación es un impuesto injusto, asimétrico, que golpea de forma más intensa a los colectivos más desfavorecidos, como está ocurriendo en Cuba. Hay que imaginar la distorsión que crea a la contabilidad empresarial tener que estar actualizando continuamente rentas y costes para no perder competitividad. Un auténtico caos.

Los datos suscriben la dificultad del escenario económico, en el que las alzas de precios se combinan con un menor crecimiento económico lo que apunta a una compleja situación de estanflación, cuya solución puede ser mucho más compleja.


Fragmento de artículo original publicado en Cubaeconomía, el blog de Elías Amor