¿Cuál debe ser el nivel de ingreso para que se considere que un ciudadano cubano es “pobre”?

La respuesta corta pudiera ser: vivir en un núcleo familiar donde ingresen menos de 2220 CUP mensuales.

Es decir, serían pobres los ciudadanos en cuyos hogares “entren” menos de tres salarios medios mensuales.

No intento hacer aquí un análisis detallado sobre esa “línea” de pobreza que provisionalmente sugiero adoptar. Invito a los interesados a que revisen los trabajos que las colegas Anicia García y Betsy Anaya han venido realizando desde hace años sobre el tema de los gastos básicos de las familias cubanas.

La definición de pobreza es un tema complejo desde el punto de vista teórico y metodológico. Definir quién es pobre y quién no lo es, mediante la adopción de una “línea de pobreza” es, sin duda, un criterio limitado pues la pobreza tiene muchas dimensiones que rebasan ampliamente una determinada cuantificación de las carencias materiales. Sin embargo, ninguna política pública contra la pobreza opera sin una cuantificación de la pobreza.

En años recientes se ha producido un debate entre especialistas acerca de dos diferentes enfoques para establecer una “línea de pobreza”. De una parte, el enfoque tradicional que consiste en establecer un monto monetario determinado que serviría como rasero para diferenciar quien es “pobre” respecto a quien no lo es. Es la base que se utiliza para construir el llamado “indicador nacional de pobreza”, usualmente denominado “índice de recuento de la pobreza” (poverty headcount ratio).

De otra parte, ha comenzado a utilizarse –principalmente en Europa- un enfoque alternativo que, en vez de utilizar un rasero monetario con un valor absoluto, emplea una “línea de pobreza” que se calcula como un por ciento del ingreso medio nacional disponible (en el caso de Europa es el 60%). Una de las modificaciones que tal enfoque introduce es que el indicador de pobreza estaría referido al nivel de ingreso disponible por adulto, en vez de estar referido al ingreso per cápita del hogar.  (Pudiera consultarse la metodología de EUROSTAT )

La pobreza es un concepto relativo al menos por tres razones:

1) se define socialmente, es decir, los estándares mínimos que se utilizan para definir el umbral de pobreza se aplican de manera distinta en diferentes lugares y épocas,

2) se trata de un concepto socialmente “construido”, en el sentido de que siempre se refiere a normas sociales, expectativas, y comportamientos que son aceptados en un marco social específico, y

3) siempre expresa una comparación de los ingresos del “pobre” respecto a otra magnitud, sean los ingresos de otros grupos sociales o un estimado del gasto necesario para vivir.

Esa dimensión relativa de la pobreza se expresa, en el caso de Cuba, mediante la existencia de una serie de características que la diferencian de la noción de pobreza que se utiliza en otros lugares, particularmente debido a la existencia en Cuba de amplios programas sociales de acceso universal sin costo directo para el beneficiario –por ejemplo, educación y salud- y de subsidios universales a parte de la alimentación. Son políticas públicas que limitan el impacto de la pobreza y de la desigualdad, aunque –por sí mismas- no evitan ambos procesos.

La pobreza es también un concepto “relacional”. Expresa un sistema de relaciones sociales entre el “pobre” y otros grupos de la sociedad. La pobreza no es un accidente. “Algo” tuvo que ocurrir en la sociedad para que determinadas personas fuesen colocadas en ese “lugar” y no en otro.

¿Cuántos pobres hay en Cuba?

Es difícil ofrecer una respuesta exacta. Por una parte, no hay datos precisos que permitan determinarlo. Por la otra, la utilización de enfoques alternativos pudiera conducir a cuantificaciones distintas del número de pobres.

Un intento de aproximación debiera comenzar por la valoración del grupo donde pudiera ubicarse el mayor número de pobres del país: los trabajadores del sector estatal.

Una hipótesis preliminar pudiera ser la siguiente: tiene probabilidades relativamente altas de ser “pobre” el 41,7% de la fuerza de trabajo estatal de Cuba (1 343 800 trabajadores) que, en 2016, laboraba en actividades con un salario promedio inferior al salario medio nacional. Asumiendo que un núcleo promedio familiar cubano está compuesto por 2,9 personas, eso daría un total de 3 897 020 personas que vivirían en hogares “pobres”.

Aclaro que, en modo alguno, esas cifras representan el número relativo y absoluto de personas en hogares de trabajadores “pobres” en Cuba. Las cifras simplemente indican que ese perfil salarial incrementa las probabilidades de que un trabajador y su familia pudieran clasificar como “pobres”. Indica el tamaño de una probable “zona” de pobreza, no es una cuantificación precisa.

Pudieran agregarse otros dos grupos relativamente grandes: los pensionados (1 676 988 personas) que reciben una pensión media que en 2016 fue apenas el 37% del salario medio, y los 179 796 beneficiarios de la asistencia social, quienes –por definición- clasificarían como “pobres”.

Sumadas las tres categorías serían 5 753 804 personas. Equivaldría aproximadamente al 51% de la población del país.

De nuevo, no debe asumirse esa cifra como un “conteo” preciso de “pobres” en Cuba, sino solamente como una cuantificación aproximada de ciudadanos ubicados en grupos sociales donde el riesgo de ser “pobre” es relativamente elevado.

Pudieran existir otras variantes para hacer ese cálculo grueso en condiciones en las que no se dispone de datos suficientes, y sería muy positivo que esas posibles variantes alternativas de estimación preliminar fuesen presentadas en el debate. Lo óptimo sería, naturalmente, que los especialistas e instituciones que tuviesen los datos apropiados, pudieran aportar una estimación precisa. Ello nos ahorraría las imprecisiones actuales que se derivan de la carencia de datos.

La posible implicación analítica es que el estudio sobre la pobreza en Cuba debería prestar especial atención a esos tres grupos sociales. Muy probablemente llegase a contabilizarse –de conjunto- más pobres en esos tres grupos que en cualquier otra parte de la sociedad cubana actual.

En términos gruesos, pudiera adoptarse como una hipótesis preliminar –apoyada en cálculos no precisos- que, aproximadamente, el 14,6% de la población total de Cuba tendría probabilidades de ser contada como “rica” y el 51% como “pobre”.

Debido a la imprecisión de los datos y el carácter aproximado del procedimiento de cálculo, parece ser más adecuado identificar los porcientos de “ricos” y de “pobres” en forma de intervalos, adoptando las cifras mencionadas anteriormente como los posibles niveles máximos.  De esa manera, pudieran ser “ricos” entre el 10% y el 15% de los ciudadanos, en tanto la pobreza pudiera abarcar entre el 40% y el 51% de la población.

En el caso del nivel de pobreza estimado habría que considerar la posible presencia en Cuba de un fenómeno bastante extendido en el mundo: la “elevación” temporal de un grupo de “pobres” por encima de “la línea de pobreza”, cuyas probabilidades de volver a “descender” a la categoría de “pobres” es relativamente alta. Usualmente se explica por la inestabilidad de las fuentes de ingresos. Es un factor que normalmente explica la conveniencia de adoptar intervalos en la cuantificación de la pobreza, para poder dar cuenta de esa variabilidad.


Fragmento de “Contando “ricos” y “pobres” en Cuba: ¿qué dicen los datos disponibles?” publicado originalmente en El Estado como Tal