La economía cubana se desmorona. El turismo está en picada, las remesas ya no llenan las arcas del régimen, y las exportaciones de bienes apenas existen. Ante este panorama, la pregunta no es solo “¿de dónde saldrán las divisas para sostener al castrismo?”, sino más bien: ¿hasta dónde está dispuesta a llegar la mafia militar de GAESA para sobrevivir?

Porque sí, Cuba ya no es un Estado: es un holding militar disfrazado de república. Un aparato mafioso donde el consorcio GAESA —el verdadero poder en la isla— ha concentrado no solo la economía, sino las decisiones políticas, el control social y ahora también la desesperación. Y en este punto crítico, cuando el modelo económico está quebrado y el crédito internacional cerrado, se abre paso una inquietante posibilidad: que GAESA se vuelva aún más criminal de lo que ya es.

La caída de los pilares

Las cuatro patas que sostenían el negocio dictatorial están carcomidas:

  1. Las remesas han sido arrebatadas de sus manos por la ciudadanía, gracias a una red informal de envío mucho más eficiente y honesta. GAESA apenas controla el 7% del flujo, y esa cifra sigue cayendo. El pueblo cubano, dentro y fuera de la isla, ha encontrado la manera de burlar a sus captores financieros.

  2. El turismo ha colapsado. En 2024, Cuba fue el único país del Caribe que no logró recuperarse tras la pandemia. En enero de 2025, el turismo canadiense cayó un 30% y el ruso un 50%. GAESA ha construido hoteles vacíos, financiados con dinero robado, mientras sus ingresos turísticos se desploman sin freno.

  3. Las exportaciones de bienes son un espejismo. El país ni siquiera produce azúcar suficiente para sí mismo. La CEPAL reporta una caída del 23% en 2024, aunque el régimen se inventa cifras de cumplimiento que no se sostienen ni con propaganda.

  4. La “exportación de servicios”, o mejor dicho, la trata de personas, sigue siendo la gallina de los huevos de oro… pero ya sin tantos huevos. En 2015 había 50,000 profesionales cubanos esclavizados en 62 países. Hoy, apenas quedan 22,000. Aun así, el régimen sigue exprimiéndolos con contratos leoninos y el saqueo del 85% de sus salarios.

¿Y ahora qué? Las opciones de un Estado criminal

GAESA está arrinconada. Y como todo aparato mafioso, no se reforma: se reinventa en el crimen. Ya ha robado remesas, exprimido médicos y manipulado la inversión extranjera. ¿Qué le queda?

  • Lavado de dinero a escala internacional. Con bancos propios no auditados, testaferros en Panamá y acceso a estructuras financieras opacas, GAESA ya opera como una lavandería regional. El dinero sucio —propio o ajeno— puede ser su nuevo gran “producto”.

  • Narcotráfico o asistencia logística a redes criminales. ¿Sería descabellado imaginar a GAESA prestando puertos, rutas o protección para operaciones ilegales? No sería la primera vez que un Estado mafioso transa con el crimen organizado. Y Cuba tiene lo que necesitan: ubicación geográfica estratégica y autoridades corruptas.

  • Apoyo a grupos terroristas o regímenes sancionados. Venezuela, Irán, Rusia, Hezbollah… los vínculos ya existen. Una Cuba en quiebra pero con inteligencia militar operativa puede convertirse en pieza útil para intereses desestabilizadores a cambio de favores económicos. ¿Refugio, logística, entrenamiento? Nada está fuera de la mesa.

  • Ciberdelincuencia y espionaje. Con la creciente sofisticación de sus estructuras digitales (Etecsa, Orbit, bancos opacos), el régimen puede ya estar probando nuevos modelos de hackeo, chantaje y vigilancia transnacional, al mejor estilo ruso o norcoreano.

¿Ficción? No. Es la lógica de supervivencia del crimen

Cuba no está gobernada por un partido, ni por un presidente. Está gobernada por un aparato económico-militar que no responde a ningún parlamento ni a ninguna constitución. Responde a sus propios intereses de supervivencia y enriquecimiento. Y como todo poder mafioso, cuando pierde sus fuentes tradicionales de ingreso, no busca reformas, busca nuevas formas de delinquir.

La comunidad internacional, los medios y la diáspora deben dejar de tratar a GAESA como un actor estatal legítimo. No lo es. Es una estructura criminal con fachada de gobierno. Su fracaso económico no traerá democracia, traerá más desesperación y más ilegalidad.

Y mientras tanto, el pueblo cubano, exhausto y empobrecido, sigue siendo la víctima principal de esta maquinaria de control y expolio.