La idea de la pobreza es la carencia de aquello que se considera indispensable para desarrollar una existencia digna de un ser humano. En cualquiera de sus paradigmas históricos, la pobreza tiene un límite, que se ha traspasado en Cuba, ya que lo que realmente encontramos en el país, es miseria. Las personas que viven en estas condiciones son el caldo de cultivo para enfermedades transmisibles, desnutrición, enfermedades respiratorias, crónico degenerativas, con las tasas de mortalidad más altas, y todo ello además acompañado de violencia de género. Viven con la certidumbre de los mayores riesgos para la vida. Eso debe terminar.
¿Cómo vivir una buena vida en un mundo impredecible? ¿Cómo hacer lo mejor dentro de nuestras posibilidades, mientras tenemos que aceptar lo que está fuera de nuestro control?
La extrema pobreza en Cuba es producto de la ausencia de reformas estructurales, y de una fallida política económica del régimen, según manifiesta el quinto informe sobre el Estado de los Derechos Sociales en Cuba, elaborado por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos. En Cuba la desigualdad es cada día mayor, con lo que cabe pensar que la miseria parece haberse impuesto deliberadamente desde arriba.
El régimen cubano, consciente de esta realidad, anuncia que comenzará una reforma económica tomando como modelo a Rusia. Los cubanos, no solo queremos, sino que merecemos vivir en una democracia plena, que garantice nuestros derechos y oportunidades por igual, basada en una Economía Social de Mercado, alternativa, que permite la libertad de empresa y la autorregulación del mercado, y que nos abrirá la posibilidad a todos de participar de las riquezas del país.
Superar una dictadura de economía centralizada, para instaurar una oligarquía o una plutocracia, donde la regla sea la de una minoría privilegiada o adinerada no es la respuesta. La oligarquía cubana es una enemiga declarada de la democracia.