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Mayo 20, 2024- El lanzamiento del Dossier Cuba 21 No.22 “GAESA y Díaz Canel: máximos responsables de la inflación en Cuba” del economista Emilio Morales atribuye las causas de la inflación a maniobras corruptas de GAESA (Grupo de Administración Empresarial S.A.), una corporación ligada al clan Castro y sus allegados para apropiarse de las entradas en divisas, y a la gestión ineficaz y sumisa del presidente Miguel Díaz Canel.
Desde que Miguel Díaz Canel asumió la presidencia en octubre 10, 2019, el dólar ha pasado de cotizarse a 1 x 24 CUPs a 1 x 395 CUPs, un incremento del 1,537.5%. Este dato es un claro indicativo del fracaso de su gestión. La Tarea de Ordenamiento Monetario, implementada para eliminar la dualidad monetaria, ha resultado en un aumento del número de monedas en circulación, complicando aún más el sistema financiero. Actualmente, existen tres tasas de cambio para el CUP: una tasa informal variable (395 CUP por USD) y dos oficiales constantes (24 CUP y 120 CUP por USD). Esta diversidad distorsiona el mercado, lastra la actividad empresarial y afecta negativamente los salarios y las pensiones, llevando al quiebre de empresas, desabastecimiento de productos y encarecimiento del costo de vida. El autor incluye una reveladora tabla cronológica del crecimiento de la inflación desde el arribo de Díaz Canel.
Por otro lado, GAESA, una vez que se apropió del Banco Financiero Internacional (BFI) ha dominado a través de él las finanzas del país durante los últimos ocho años sin rendir cuentas a ninguna auditoría independiente. En 2016, en una oscura operación, el Banco Central de Cuba cedió el BFI a GAESA. Hoy el BFI controla el 95% de las finanzas nacionales. Esto dejó prácticamente sin recursos financieros al gobierno burocrático institucionalizado al obligarlo a depositar sus divisas en el BFI, convirtiéndolo en una especie de gobernanza subordinada a este nuevo supra poder.
El control que ejerce GAESA sobre las finanzas y la economía, su continua apropiación de las líneas más rentables de aquella ha impedido la implementación de un programa económico coherente que pueda sacar al país de su actual crisis multisistémica.
A inicios de mayo, el dólar alcanzó los 395 CUP. Esta devaluación ha reducido el salario mínimo de 2,100 CUP mensuales a un equivalente de apenas 5.31 USD, sumiendo a la población en un nivel de pobreza extrema sin precedentes en la isla.
Las políticas económicas del gobierno, caracterizadas por la improvisación y el atrincheramiento ideológico, han resultado en un quiebre del sistema financiero. Entre las medidas más controvertidas se incluyen la creación de las tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC), la Tarea de Ordenamiento Monetario, la prohibición de depósitos en dólares físicos y la implementación de un nuevo mercado cambiario, todas las cuales han contribuido a una espiral inflacionaria incontrolable.
El mal manejo de las inversiones, dirigidas a satisfacer los intereses de los oligarcas de GAESA, ha dejado sin recursos al estado, desmoronando industrias emblemáticas como la alimentaria, energética, de transporte, salud, azucarera y educación. La ausencia de una política de inversiones que responda a las necesidades estratégicas del país y no a los intereses corporativos lucrativos de GAESA ha exacerbado la situación.
Por si fuera poco, la deuda externa cubana volvió a crecer aceleradamente después que había sido en gran medida perdonada y reestructurados sus pagos a la sombra del Deshielo de Obama. Ahora se estima en 46,000 millones de dólares. Eso ahuyenta inversionistas y de ese modo asfixia la economía. Cuba ha incumplido con sus compromisos de pago, dejando de ser un socio económico confiable incluso para sus aliados políticos como China y Rusia. Además, el sistema financiero cubano se ha quedado prácticamente sin efectivo, creando vicisitudes al cobro de salarios y pensiones en los bancos de los trabajadores y jubilados.
El autor estima que para poder eliminar todo este caos financiero es imprescindible poner orden en el propio gobierno. En primer lugar, el Banco Central de Cuba (BCC) debería retomar el papel que le corresponde y que cedió a al BFI de GAESA. El autor considera que, para abordar esta crisis, es imperativo que el Banco Central de Cuba siga los estándares internacionales, reconozca la tasa de cambio informal y unifique el sistema cambiario. También debe reducir drásticamente el gasto público que supone el gigantesco aparato burocrático estatal y detener la emisión descontrolada de efectivo. El Banco Central debe poder controlas al BFI – no a la inversa- y GAESA debe ponerse bajo la fiscalización y control del estado cubano. La supeditación de los intereses de esa corporación a las necesidades estratégicas del país es imprescindible para recuperar las finanzas del país.
El gobierno debe controlar las operaciones del BFI y GAESA para poder recuperar su capacidad de reorientar las inversiones hacia sectores estratégicos. Al mismo tiempo debe remover todas las trabas que hoy impiden el funcionamiento de una economía de mercado para de ese modo liberar todas las fuerzas productivas de la nación. La transformación del modelo económico es una condición imprescindible para poder garantizar el abastecimiento de productos y servicios vitales y mejorar las condiciones de vida de la población.
Esta crisis humanitaria ha generado un éxodo masivo, con más de 723,000 cubanos huyendo del hambre y la miseria en los últimos años. El estado totalitario ha llevado al país a un colapso económico y social, y solo un cambio de sistema, que ponga fin al poder de los oligarcas de GAESA y del Partido Comunista, hoy sometido a aquellos, puede ofrecer una solución viable. La implementación de libertades básicas políticas, civiles, económicas y sociales es el primer paso hacia la recuperación y el progreso de Cuba.