El laboratorio de ideas Cuba Siglo 21 considera que La Habana debe mantenerse en la actual lista de cuatro países (Cuba, Irán, Siria y Corea del Norte) que patrocinan el terrorismo por las siguientes razones:

1- Retirar a Cuba de la lista de países que apoyan el terrorismo fortalecerá de inmediato a Putin en su agresión a Ucrania.

Es un hecho comprobado que las mafiocracias de Cuba, Irán y Siria, connotadas violadoras de derechos humanos, son también parte activa junto al Kremlin de la primera guerra de agresión europea desde 1945. En el caso de Corea del Norte hay rumores no confirmados de que han provisto algún material bélico a Rusia. Siria autorizó a Putin el uso logístico militar de su territorio, Irán le facilita drones para aterrorizar la población ucraniana y Cuba se encarga de aminorar las presiones al agresor desde Naciones Unidas y liderar la campaña de influencia y desinformación en el mundo de habla hispana. La razón por la cual a la mafia del Kremlin le urge que la mafia cubana salga de la lista de países terroristas es porque necesita con urgencia que le retiren los filtros bancarios a la isla, a fin de que sus aliados en La Habana la ayuden a burlar las sanciones financieras y los oligarcas rusos laven su dinero con GAESA.

2- Desde 1959 Cuba no solo alberga “fugitivos” comunes, como fue el caso de Robert Vesco, sino tambien militantes del terrorismo organizado.

Joanne Chesimard (Assata Shakur) no era una asesina común actuando por cuenta propia, sino miembro del grupo terrorista organizado Black Liberation Army cuando dio muerte a un patrullero. Los miembros del Ejército de Liberación Nacional de Colombia que planificaron desde La Habana en 2018 y 2019 el atentado terrorista más sangriento en una década en ese país suramericano, conviven apaciblemente en Cuba con Chesimard. El fabricante de explosivos William Morales, asociado a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional Puertorriqueña (FALN) y miembros del movimiento terrorista puertorriqueño Macheteros, autor de atentados y atracos a bancos estadounidenses cuyo dinero terminó depositándose en las gavetas de Fidel Castro.

Llama la atención que el hoy democráticamente electo presidente Gustavo Petro, exija que retiren a Cuba de la lista de países terroristas porque desea entablar “negociaciones de paz” con el ELN. Quien también aboga por despenalizar las drogas porque, en su opinión, matan a menos personas que el cambio climático, debiera saber mejor de estas cosas. Gustavo Petro perteneció al grupo narcoterrorista M-19 que concertó con Fidel Castro y Pablo Escobar el asalto al Palacio de Justicia en Bogotá donde asesinaron a la mitad de los miembros del Tribunal Supremo y quemaron los expedientes de los narcos extraditables. Esos eran los objetivos criminales reales, no políticos, de aquella acción. El apoyo en dinero y armas de Escobar –que se tradujeron en numerosos crímenes y protegieron las actividades de narcotráfico de esa organización guerrillera—fue una constante para el M-19. Es lógico que sus víctimas difieran democráticamente de la opinión del actual presidente respecto al lugar que ocupa Cuba en la lista.

Sin embargo, el reclamo del presidente Petro, expresado en tono dramático ante el Secretario de Estado Antony Blinken, ya ha devenido en bandera y argumento de cuanto agente de influencia manejado por La Habana o Moscú hay en Washington para que retiren a Cuba de la lista.

3- En la nueva geopolítica del siglo 21, Cuba sigue fomentando el terrorismo y la desestabilización de forma más activa y eficaz. La Habana –en alianza con Rusia e Irán- ahora funge como coordinador de las mafiocracias de Venezuela, Nicaragua y Bolivia, junto al crimen regional organizado, en la aplicación de una estrategia híbrida de subversión.

Después de la caída del comunismo en Europa muchos analistas comenzaron a padecer de una suerte de “glaucoma geopolítico”. Al desaparecer la contención del comunismo como idea organizadora de la estrategia de seguridad en política exterior, apareció la tendencia a desconectar los nexos entre actores, escenarios y gobiernos diferentes. Los especialistas de países en los ministerios de relaciones exteriores tomaron precedencia sobre los teóricos geopolíticos que eran vistos como reminiscencias de un mundo ya superado. Mientras tanto, los enemigos de la democracia se trasformaron en mafiocracias y renovaron sus instrumentos de agresión. En América Latina y bajo la guía de Cuba se pasó de la lucha armada guerrillera a la doctrina de guerra hibrida total para derrocar gobiernos y subvertir sistemas constitucionales liberales. La nueva doctrina subversiva combina la lucha política dentro de las instituciones democráticas mediante la infiltración y manipulación de las luchas sociales y las acciones de redes “dormidas”. Estas ya están pre posicionadas de manera clandestina en los diferentes países, han sido entrenadas y especializadas en provocar la violencia política y desatar el caos económico. Son los ejércitos internacionales (se desplazan de un país a otro y mimetizan en las protestas locales) de las llamadas “brisitas bolivarianas” que han azotado varios países desde que fueron desatadas después de la visita a Cuba del Secretario del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa Nikolai Patrushev. Desde la caída de la URSS en 1991 nunca se había producido una visita de tan alto rango en ese campo.

Cuba sigue aportando al movimiento terrorista regional la doctrina, el entrenamiento (que ahora realizan principalmente en territorio venezolano), la concertación de acciones y la inteligencia. En el nuevo esquema de terrorismo regional Made in Cuba el crimen organizado remplazó a la URSS como financista.

Superemos el “glaucoma geopolítico”. Cuba debe permanecer en la lista de países que apoyan el terrorismo. Si los presos del 11J fuesen desterrados en masa, como ha hecho el dictador nicaragüense,  esa acción no debe ser correspondida con una concesión que fortalece a los opresores en la isla y a los agresores en el Kremlin.