La producción de alimentos en Cuba ha sido tema de debate, especialmente tras las afirmaciones del ministro de la Industria Alimentaria, Manuel Sobrino Martínez, durante su participación en el programa televisivo Mesa Redonda. Martínez sostiene que Cuba posee la capacidad para producir suficientes alimentos para su población, pero  atribuye la escasez actual al embargo estadounidense, una justificación habitual del gobierno cubano.

A pesar de las afirmaciones del ministro, la realidad es que la producción de alimentos en Cuba ha disminuido incluso en comparación con años anteriores. Sobrino Martínez menciona la capacidad de Cuba para procesar alimentos, destacando la existencia de 110 empresas y 800 fábricas dedicadas a esta labor, junto con cifras específicas sobre la capacidad de procesamiento de harina, leche y yogurt.

No obstante, el ministro admite que la producción actual es menor que en años anteriores, lo que genera dudas sobre las afirmaciones de autosuficiencia alimentaria.  Hoy en Cuba se procesan incluso menos alimentos que en 2022 y 2021, tuvo que admitir el ministro después de ofrecer datos sobre la capacidad que tiene la industria alimentaria del país.

Sin sonrojarse, el compañero Sobrino reconocía que “hasta el momento se ha podido adquirir un 38% menos trigo que en 2022”; de leche, “un 46% menos”; “aceite, un 44% menos”; en la pesca, “no andamos bien, estamos incumpliendo con solo un 58% de lo previsto y con un 23% menos que en 2022”; y en cuanto al pan, “algunos emprendimientos privados prestaron harina para garantizar las entregas” de la canasta básica.

Las declaraciones del ministro Sobrino Martínez sobre la escasez de leche atribuida al cambio climático y la pesca son recibidas con escepticismo por algunos sectores de la población, que cuestionan la efectividad de las políticas gubernamentales para abordar estos problemas.

La dependencia de las remesas y la insuficiencia de los productos distribuidos a través de la libreta de racionamiento destacan las dificultades que enfrenta la población cubana para satisfacer sus necesidades alimentarias básicas.

Las decisiones económicas del gobierno cubano, como priorizar el consumo sobre la inversión y descapitalizar la economía, han contribuido a la pérdida de capacidad productiva del país. La falta de inversión a largo plazo ha llevado a una crisis económica prolongada que afecta a la población en general.

Es evidente que se necesitan cambios profundos en el modelo económico cubano para abordar la crisis alimentaria y revitalizar la economía. Culpar al embargo y otros factores externos es una justificación de un problema multifacético que requiere soluciones internas.

En última instancia, la falta de libertad económica y política limita la capacidad de Cuba para superar sus desafíos y alcanzar su pleno potencial como nación. La búsqueda de soluciones requiere un enfoque integral que aborde las causas internas de la crisis actual.