De caras a una Cuba más funcional y mejor, sea en el contexto que sea, es fundamental explorar cómo la agricultura podría contribuir a mejorar la vida de las personas, tanto en el campo como en la ciudad. Y cómo podría ser el motor de arranque de cambios mayores y más profundos en nuestra sociedad.

Los pequeños agricultores son la columna vertebral de la agricultura en Cuba. Proporcionarles acceso a créditos, capacitación y tecnología les permitiría mejorar sus actividades productivas y aumentar sus ingresos. Esto no solo beneficiaría a las personas del campo, sino también a las comunidades urbanas que dependen de los productos agrícolas.

Sin dudas la agricultura tiene ese gran potencial. Podría contribuir enormemente a reducir la pobreza y mejorar la vida de las personas en Cuba. Sin embargo, esto requiere cambios significativos en las políticas gubernamentales actuales, conlleva cambiar lo que no funciona por lo que sí está probado que genera desarrollo: libertad económica con políticas gubernamentales no intrusivas, solo cooperativas.

Si se toman las medidas adecuadas, la agricultura podría ser una fuerza transformadora para el bienestar de todos los cubanos, tanto en el campo como en la ciudad. Estas podrían ser algunas de esas medidas:

  1. Permitir la compraventa de la tierra, así como de las cesiones de usufructos, sin mediación ni imposiciones por parte del Estado.
  2. Eliminar la mediación forzosa de las cooperativas actuales, que son como cuasi-empresas agrícolas estatales, además de las empresas agrícolas y de seguro estatales, en la gestión agrícola.
  3. Permitir la libre asociación de los agricultores en verdaderas cooperativas, si es que lo desean y les conviene.
  4. Eliminar la imposición del objeto social de la tierra dada en usufructo, que de manera general sea libre, excepto si es otorgada como parte de un programa de desarrollo local o nacional.
  5. Ampliar el límite de posesión privada o en usufructo, o de ambas sumadas, a un límite mayor.
  6. Eliminar el monopolio de la comercialización que tiene Acopio y que sea una comercializadora más, que compita con el sector privado en igualdad de condiciones.
  7. Permitir que las MPYMES produzcan y comercialicen insumos agrícolas.
  8. Estimular el fomento de MPYMES que presten servicios a la producción agrícola.
  9. Permitir la importación privada de todo tipo de maquinaria agrícola y fomentarla también desde el Estado, libre de gravámenes y con créditos de bajo interés para su compra.
  10. Mantener los actuales fondos de crédito agrícola estatal, pero hacerlos más dinámicos y efectivos: dividirlos en microcréditos con rigor mínimo y en créditos mayores, con más rigor, pero sin la disfuncionalidad actual.
  11. Permitir que los cubanos en el exterior sean socios en los emprendimientos agrícolas o asociados a la agricultura, que inviertan de manera segura y legal sus capitales y trasladen sus experiencias, así como que potencien la exportación.
  12. Eliminar las actividades prohibidas al sector privado relacionadas con la agricultura.
  13. No fijar precios: dejar que el mercado los baje solo hasta los niveles de equilibrio funcional.
  14. Que las empresas agrícolas estatales en general compitan con las privadas en condiciones de igualdad, que las que funcionen eficientemente sobrevivan y las que no, que desaparezcan o sean absorbidas por formas productivas más eficaces: sector privado, cooperativas, autogestión de sus trabajadores, la que proceda y funcione.

Incluso sin producirse un cambio radical del sistema político-económico imperante en Cuba hacia una democracia liberal, como necesitamos, hacer estos cambios de manera puntual en la agricultura sería un salto inmenso en ese camino.

Sin lugar a dudas, se revertiría la situación desastrosa en el campo cubano en pocos años y a más tardar un lustro, el país podría estar produciendo la mayor parte de sus alimentos. Ello paliaría enormemente la crisis alimentaria que sufre el pueblo cubano, que roza la desnutrición.

Se bajarían los costos y disminuiría poco a poco la dependencia de las importaciones. Sería un cambio positivo en todos los sentidos, porque una apertura así a la libertad económica, incluso puntual, destrancaría a mediano plazo toda la economía por el efecto de su ejemplo, que sería contagioso. Muy probablemente, esta se convertiría en un portal ineludible hacia el cambio que Cuba necesita.  


Publicado originalmente en Diario de Cuba