No existe un mecenas que mantenga financieramente al régimen cubano como lo hiciera en el pasado la otrora URSS o hasta recientemente Venezuela, la última opción que les queda para hacer plata es moverse en la dirección de atraer a los cubanos residentes en el exterior. Es responsabilidad de los exiliados caer o no en el nuevo juego que esta tramando el régimen cubano.
El Gobierno cubano sorprendió a los cubanos con el anuncio este martes de nuevas normas relacionadas con los trámites de pasaporte. Según anunció el director general de Asuntos Consulares y Cubanos Residentes en el Exterior (DACCRE) del MINREX, Ernesto Soberón, a partir del 1 de julio los pasaportes tendrán una validez de diez años, se elimina el requisito de hacer prórrogas cada dos años y se disminuye el costo del documento en los consulados. De esta forma, el Gobierno cubano renuncia a una millonaria entrada de dinero que regularmente obtenía por medio de los abusivos precios de obtener un pasaporte y las altas tarifas por el obligado proceso de prórroga de validez del pasaporte al que eran sometidos los ciudadanos cubanos.
Sin dudas, algo grande se cocina tras bambalinas. Sobre todo, en un momento en que el régimen cubano no tiene un centavo y no tiene acceso a líneas de créditos por ser mal pagador. En un escenario en el que el régimen está atrapado entre la presión interna, dada la crisis multisistémica que ha puesto al país al borde de un estallido social a gran escala y las torpes medidas que ha implementado para tratar de salir de la crisis. Y, por si fuera poco, en medio del estancamiento de las negociaciones para liberar a los más de 1.100 presos políticos que están injustamente encarcelados por los sucesos del 11J.
¿Qué empuja al régimen cubano a tomar estas medidas?
Hay varios factores que han empujado al régimen a tomar esta medida. Primero, necesita desesperadamente encontrar una vía para obtener dólares. En este sentido, sus principales fuentes de ingresos en los últimos años han mermado considerablemente. Tanto las remesas como los ingresos producto de la apropiación del 80% de los salarios correspondientes a la contratación esclava del personal médico y paramédico que el régimen tiene en el exterior han declinado abruptamente. La tercera fuente de ingreso del país, la industria turística está en crisis. No logra atraer al turismo internacional como en los años previos a la pandemia. En el primer cuatrimestre del año no llegaron al millón de turistas (983.851), de los cuales el 67,50 % fueron canadienses, norteamericanos y cubanos residentes en el exterior. El turismo europeo, que tradicionalmente era uno de los principales mercados emisores que abastecían de viajeros a la industria turística cubana, ha disminuido considerablemente. Hoy el país apenas tiene un 15% de ocupación hotelera y los ingresos por turistas no rebasan los 500 dólares per cápita durante una estancia promedio de siete días.
A esto hay que sumar que Cuba está en la lista de países que apoyan al terrorismo, lo cual implica muchas trabas para las transacciones internacionales. Este nudo gordiano parece no tener solución en el corto plazo. El estancamiento de las negociaciones para liberar a los presos políticos cubanos, a quienes el régimen cubano utiliza como moneda de cambio para tratar de negociar la salida de la lista de países que patrocinan el terrorismo, constituye una gran barrera que será difícil de superar mientras el régimen siga reprimiendo a los manifestantes pacíficos, aprobando leyes mordazas, limitando los derechos de los ciudadanos y participando en componendas y conspiraciones internacionales para derrocar gobiernos democráticamente elegidos.
Por otra parte, la Administración Biden tiene puesto el foco de sus prioridades en el tema de la guerra de Rusia contra Ucrania, la amenaza de China a Taiwán y la amenaza que representa Irán. Por si fuera poco, ha entrado en campaña electoral de cara a las próximas elecciones. Lo cual indica que el tema cubano no es una prioridad de primer orden para la actual Administración. Sobre todo, cuando el régimen ha dado sobradas señales de que no le interesa negociar con EEUU y en cambio se ha plegado a contraatacar apoyando a Rusia en su invasión genocida a Ucrania, tomando como solución económica plegarse al sistema mafioso de la Rusia de Putin y alineándose en un eje geopolítico maligno junto a otras dictaduras latinoamericanas conjuntamente con Rusia, China e irán.
Teniendo esta realidad sobre la mesa, y entendiendo que no existe y no existirá un mecenas que mantenga financieramente al régimen cubano como lo hiciera en el pasado la otrora URSS o hasta recientemente Venezuela, la última opción que les queda para hacer plata es moverse en la dirección de atraer a los cubanos residentes en el exterior.
La diáspora cubana, objetivo número uno del régimen
Implementar la validez de diez años para el pasaporte, eliminar las prórrogas y bajar el precio del documento pretende ser un paso importante en la nueva cruzada que se ha trazado el régimen para intentar obtener millonarios ingresos para alargar su agonía de sobrevivencia a costa del exilio cubano.
Hay que entender que esto no es una concesión a los reclamos de años por una ciudadanía aplastada y alienada por el régimen en sus derechos de viajar. Esto no es una jugada aislada, es parte de un paquete donde se incluye el tema de las MIPYMES, que constituyen el nuevo mecanismo para burlar el embargo y procurar buscar nuevas rutas de abastecimiento al mercado cubano, de la mano de oligarcas y testaferros disfrazados de emprendedores.
Hoy la diáspora cubana es la segunda fuente emisora de turistas a la Isla. Son los turistas cubanoamericanos quienes más dinero dejan a la industria turística cubana. Los 113.627 cubanos residentes en el exterior que han viajado a la Isla en los primeros cuatro meses del año han dejado más ingresos en el país que los 495.905 viajeros canadienses que han visitado el país en el mismo periodo. Son los que más autos rentan, los que más compran en los supermercados, los que más propinas dejan en los hoteles.
Aparte de pasar días de vacaciones en los hoteles de los polos turísticos cubanos, pagan a sus familiares en la Isla la estancia en los hoteles durante su vista. Ante un panorama de hoteles vacíos, lo más prioritario entonces es atraer el turismo comunitario y el primer paso es bajar los precios de los pasaportes y los trámites consulares. El segundo paso será diseñar ofertas turísticas más atractivas que las que ofrece Punta Cana en la República Dominicana.
No me extrañaría que el próximo paso sea eliminar la figura de los regulados y dejen entrar al país a todos aquellos a quienes se les ha prohibido regresar en los últimos años. A fin de cuentas el régimen cuenta con un aparato represivo bien aceitado para vigilar a cuanto cubano residente en el exterior e incómodo al régimen decida visitar la Isla. En este paquete también podría entrar la liberación de los presos políticos; así de paso le hacen un guiño a quienes dentro de la Administración Biden abogan por sacar al régimen de la lista de países que apoyan el terrorismo.
De este modo, el régimen estaría poniendo alfombra roja a quienes dentro de la Administración Biden son partidarios de intentar un segundo deshielo, el cual fue interrumpido por los sucesos del 11 de julio y todo lo que vino después.
Contar ahora con los “gusanos” cubanos
Hoy los mercados en Cuba están desabastecidos, las filas para comprar productos de primera necesidad en dólares pueden durar hasta 12 horas. Los cubanos a duras penas se mantienen, principalmente con el dinero, las medicinas y la comida que llevan o envían sus familiares desde el exterior, mayormente desde EEUU. Más de 450.000 cubanos se han marchado del país en los últimos dos años en busca de libertad, huyendo del hambre, de la represión y la falta de oportunidades. La cifra de cubanos que viven en EEUU ya está cerca de los tres millones, entre cubanos emigrados y descendientes nacidos en EEUU. Esta cifra es un gran aliciente para hacer cambiar la postura del régimen hacia su diáspora y tratar de buscar fórmulas que le genere ingresos millonarios a costa de ella.
A principios de 1960, Fidel Castro satanizó, al igual que hiciera Adolf Hitler, como “gusanos” a los cubanos que se oponían al régimen que acababa de instaurar con el triunfo de la revolución en 1959. Esos “gusanos” fueron los primeros exiliados cubanos después de 1959. Desde entonces el calificativo quedó institucionalizado en la jerga revolucionaria impuesta por el dictador y utilizada con frecuencia en sus maratónicos discursos, en los artículos de periodistas oficialistas y en los métodos de adoctrinamiento del PCC.
En 1980, Fidel Castro volvió a llamar a los cubanos gusanos, cuando expulsó del país a más de 125.000 ciudadanos por el puerto del Mariel hacia EEUU, quienes fueron despojados de sus viviendas con todo adentro, luego de ser insultados y agredidos físicamente por turbas enviadas por el PCC en los llamados mítines de repudio que todavía se utilizan como método de coacción y represión contra los ciudadanos que piensan diferente y se oponen al régimen.
La mayoría de estos cubanos que se fueron del país en los 60 y los 80 sobrevivieron en el exilio, en un nuevo país, comenzando sus nuevas vidas desde cero, en muchos casos separados de sus familias para siempre. Muchos de ellos se convirtieron en personas exitosas gracias a la democracia y a las oportunidades que encontraron en EEUU. En los años siguientes decenas de miles de cubanos continuaron emigrando del país, huyendo del comunismo. Hoy ya suman casi tres millones entre emigrados y descendientes. Una buena parte de ellos son los que, con sus remesas en dinero y mercancías y sus viajes a la Isla, constituyen la principal vía de sustento de cientos de miles de familias cubanas.
En algún momento en la historia de nuestro país, y como resultado del desarrollo alcanzado por la industria azucarera cubana en el siglo XIX, se hizo célebre la frase “Sin azúcar no hay país”. El régimen cubano, en su accionar destructivo durante más de seis décadas, enterró para siempre lo que en un momento fue el orgullo del país. Dadas las circunstancias actuales, ha surgido un nuevo lema que refleja la tragedia que ha significado el castrismo para los cubanos: “Sin ‘gusanos’ no hay país”.
Es responsabilidad de los exiliados caer o no en el nuevo juego que esta tramando el régimen cubano. Cada cubano residente en el exterior es responsable de sus propios actos y sus acciones. El régimen, en su lecho de muerte, intenta con esta acción tirar la carnada para intentar sembrar el inicio de un acercamiento a la diáspora que le permita tomar una bocanada de oxígeno para continuar en el poder y seguir sometiendo a los cubanos.
El régimen cubano debería entender de una vez que la única forma posible de que con “gusanos” haya país, es bajo una auténtica democracia con libertades y oportunidades para todos.
Publicado originalmente en Diario de Cuba