Seguimos desmontando las mentiras. «La Revolución liquidó el pordioserismo, la Revolución liquidó el juego, la Revolución liquidó las drogas, la Revolución liquidó la prostitución». Discurso Fidel Castro, 24 de noviembre de 1994, teatro Karl Marx, antiguo Blanquita, inaugurado en diciembre de 1949.

Antes de 1959, la mayor parte de la prostitución se hallaba concentrada en zonas de tolerancia en las principales ciudades, donde era legal el ejercicio de la misma. El Ministerio de Salubridad y Asistencia Social mantenía un registro de las prostitutas, expidiéndoles un carnet de salud necesario para ejercer la prostitución.

En 1960, se ilegalizó el ejercicio de la prostitución, se eliminaron las zonas de tolerancia y, con ellas, el control sanitario, resultando en la expansión de la prostitución hacia diversas zonas de las ciudades y el incremento de las enfermedades de transmisión sexual. La prostitución infantil prácticamente no existía y la masculina era mínima.

Y volvemos al tema de siempre: es un problema mundial, pero en ningún país se alardea tanto de que no existe y de sus practicantes son educados o cultos.

Para empezar, yo nací en un solar indigente, rodeado de indigencia, tanto en las personas como en las edificaciones que casi se caían. Aunque no me guste decirlo, a mí no me faltaba mucho para rayar en la más absoluta indigencia, con cucarachas, ratones, mosquitos y heces fecales en la letrina del pasillo y por el desagüe de la casa. Había vecinos que tenían peores condiciones que las mías, y todo esto ocurría en medio de una «Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes» y con los discursos de Fidel Castro a todo volumen en chozas que no tenían ni para comer. Inconcebible, pero cierto.

Nací en 1970 y desde mis escasos diez años recuerdo las broncas con machetes, con punzones, con pistolas, con cabillas, con vidrios y pedazos de botellas; y es imposible no acordarse de las drogas y de las prostitutas. Había una muchacha estrábica, con evidentes problemas mentales de algún tipo, que se convirtió en la cantimplora del barrio. Ella se le encimaba a la gente y la gente «le pasaba la cuenta». Pero había jineteras jovencitas, muy jóvenes, que empezaron a despuntar por la zona de la discoteca del hotel Comodoro, en Playa, que luego cerraron por la prostitución, las drogas y el muy trillado delito de «asedio al turismo». Era increíble que multaran y encarcelaran a las mujeres que la policía cogía en esos trajines cuando los extranjeros iban a Cuba, y lo siguen haciendo, buscando sexo fácil y menores de edad. Pero eso demostró que el cubano era «la última carta de la baraja» y que el extranjero era intocable.

Una novia que tuve desde la época universitaria, que luego trabajó en el hotel Cohiba y después emigró con un español, me contó que en uno de los viajes de coqueteo del tipo, quizás como chantaje emocional o monetario, este le hizo llevar una bolsa de drogas desde el hotel hasta Guanabo en compañía de una amiga. Le dije que no me siguiera contando, que esas cosas es mejor no saberlas. El hecho ocurrió en 1994 y ella me lo contó en 1999, cuando volvió a contactar conmigo después de haber escapado de Madrid y llegar a Cuba con apenas 500 euros que logró robarle al español, que la maltrataba y la llevaba a sesiones sexuales homosexuales con un amigo de este cada lunes, de acuerdo a la historia no comprobada que ella me hizo.

Hay quienes se alarman con la noticia reciente del consumo de drogas en Cuba, con la ingestión del llamado «kímico», pero lo único nuevo aquí es la existencia de las redes sociales y la posibilidad de filmar y dejar constancia de los hechos. Cuba jamás ha eliminado ese problema, muy a pesar de toda la propaganda barata del régimen, que se ha visto involucrado en operaciones de narcotráfico con Colombia desde jefes militares hasta la más alta dirigencia castrista.

La Bolita o Charada Cubana es una tabla de números consecutivos del 1 al 100. Se dice que los 36 primeros fueron tomados de la charada china, también conocida como Rifa Chiffá. En 1959 el gobierno prohibió la bolita, sancionaba por el Código Penal con hasta cuatro años de cárcel, pero la gente siguió jugando escondida. En la década de 1990 se disparó otra vez su popularidad y se juega hasta la actualidad, utilizando incluso las nuevas tecnologías.

 

En mi barrio de Buenavista, la presidenta del CDR era la que llevaba las cuentas de la «bolita», la lotería clandestina que Fidel Castro eliminó en 1959, pero que los cubanos nunca abandonaron. Su casa era un lugar de santería, un lugar de apunte y recogida del dinero de la cuadra y, finalmente, un lugar «revolucionario». En otros barrios donde viví, también pasaba lo mismo. Nadie iría a cuestionar al presidente del CDR, pero eran ellos precisamente unos de los más corruptos, envueltos en cosas ilegales, aunque cabe apuntar que hasta respirar en Cuba es ilegal.

Lo único que la «Revolución» eliminó de esos supuestos «males del pasado» fue la libertad de los cubanos, pero aumentó la pobreza, la discriminación, el juego, la prostitución, el hambre y la miseria.