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La libertad es requisito para poner fin al hambre en Cuba, afirma el Observatorio Cubano de Auditoria Ciudadana (OCAC)
28 Julio 2025 — La crisis alimentaria en Cuba ha alcanzado niveles dramáticos, revelando el fracaso estructural y sistémico del régimen económico y productivo. Según datos del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y UNICEF, el país depende de donaciones internacionales para garantizar una mínima cobertura de productos básicos, mientras que más del 80% de los alimentos consumidos son importados, en gran medida de Estados Unidos.
El recién publicado Dossier “Sin Campo no hay país y con GAESA no hay futuro” demuestra que alimentarse en Cuba se ha convertido en un desafío insalvable para la mayoría de los ciudadanos. Según datos recopilados en junio por OCAC, un cubano necesita al menos 30.000 CUP al mes para “malcomer”. Una cifra que equivale a 14 salarios mínimos o 19 pensiones básicas. Se necesitan 5 a 3 salarios de un profesor universitario o un médico para comer lo esencial.
Aun con el aumento de la pensión mínima recién prometido a partir de septiembre se necesitan casi 10 pensiones mínimas para cubrir lo esencial de los alimentos. En otras palabras, la populista medida anunciada permitirá que un cubano pensionado tenga dinero para comer 3 días del mes, en vez del día y medio para lo que alcanzaba en junio, momento en que finalizó la investigación de OCAC. Esto sin contar que la acelerada inflación hará retroceder el poder adquisitivo de ese incremento en muy poco tiempo. La inflación acumulada desde la llamada Tarea Ordenamiento (2021) supera el 220%, lo que ha reducido drásticamente el poder adquisitivo.
El deterioro de la canasta familiar es alarmante. Productos esenciales como arroz, frijoles, aceite, huevos o carne alcanzan precios astronómicos en los mercados informales. En La Habana, la libra de arroz llega hasta 375 CUP, el cartón de 30 huevos oscila entre 2,700 a 3.500 CUP y la libra de carne de cerdo se vende por encima de 1.000 CUP. Incluso alimentos antes asequibles, como el boniato o el plátano macho, han multiplicado su precio hasta por diez en los últimos dos años.
La libreta de abastecimiento, antaño una tabla de salvación para muchas personas se encuentra prácticamente colapsada. “Desde mayo de 2024 no se entregan huevos, y productos como el aceite, el café o la carne son una quimera”, señala el informe de OCAC. En junio, las raciones se limitaron a dos libras de azúcar prieta, una libra de chícharos y un paquete de sal por persona.
Sin Campo no hay país y con GAESA no hay futuro
Ante esta crisis, OCAC propone una transformación radical de la agricultura cubana como parte de la transformación general del régimen de gobernanza nacional. En ese sentido retoma las cinco demandas del proyecto “Sin campo no hay país”, ignoradas desde 2020: libertad para producir y fijar precios, eliminación de la venta forzada a precios fijados por el estado de productos alimenticios a Acopio, apertura inmediata al comercio internacional sin intermediarios para los productores privados, una moratoria fiscal de diez años y la entrega de títulos de propiedad permanentes a los campesinos.
Sin embargo, OCAC considera que 5 años más tarde de la propuesta de los campesinos independientes no es suficiente y por ello la amplía con medidas adicionales estructurales. Entre las primeras propone la intervención y/o nacionalización del Grupo de Administración Empresarial S. A. (GAESA), su auditoría, así como planificar su futura disolución, la creación de un Banco de Fomento Agropecuario, la garantía constitucional del derecho de propiedad privada, la apertura de la economía a la inversión de la diáspora y la supervisión internacional, neutral y confiable, de los proyectos de inversión. “Sin un marco legal confiable y sin libertad económica no habrá alimentos en la mesa del cubano”, advierte el observatorio.
“El hambre en Cuba no es un problema económico ni climatológico, sino esencialmente político”, concluye el informe. “Mientras el régimen destina 13 veces más recursos a construir hoteles vacíos que a la agricultura, millones de cubanos carecen de una alimentación mínima”. Eso no es un error administrativo, sino una política deliberada para alimentar las arcas de la nueva oligarquía a expensas del hambre del pueblo.
El diagnóstico de OCAC es claro: sin una transformación profunda e integral -política y económica- no habrá comida en la mesa de los cubanos. De lo contrario, el hambre seguirá siendo la norma, y no la excepción.