Infancia marcada por el exilio
Armando Codina tenía apenas doce años cuando llegó solo a Estados Unidos como parte de la Operación Pedro Pan, el éxodo de más de 14,000 niños cubanos enviados por sus padres para escapar de la dictadura. “Nadie quedó igual después de aquella experiencia —recordaría décadas más tarde—, nos obligó a crecer de golpe y a entender que nada volvería a ser como antes”.
Ese desarraigo marcó su carácter, pero también lo fortaleció. Con disciplina, visión y un profundo sentido de resiliencia, Codina se abrió paso en un país que le dio lo que Cuba le negaba: la posibilidad de emprender en libertad.
El nacimiento de un empresario visionario
En los años ochenta fundó Codina Group, que pronto se convirtió en una de las firmas de desarrollo inmobiliario más influyentes del sur de la Florida. Fue pionero en megaproyectos que transformaron el paisaje urbano de Miami. Entre ellos destaca Downtown Doral, un proyecto integral que combina residencias, comercios, espacios culturales y educativos, ejemplo de cómo el urbanismo puede potenciar el crecimiento de una comunidad.
Su reputación lo llevó a formar parte de juntas directivas de grandes compañías, como BellSouth, Florida Power & Light y Bacardi, y a colaborar con instituciones financieras y educativas de alcance nacional. Armando Codina es hoy un referente no solo del empresariado hispano, sino de la capacidad del exilio cubano de convertirse en motor económico para Estados Unidos.
Compromiso con la sociedad civil
Pero su éxito empresarial nunca lo desconectó de la sociedad civil. Ha estado profundamente comprometido con iniciativas en educación, salud y cultura. Fue presidente del directorio de la Florida International University (FIU), apoyó al Miami Children’s Hospital y ha financiado programas de becas para jóvenes de origen hispano. Para él, el éxito no es un fin en sí mismo, sino una plataforma desde la cual devolver oportunidades a la comunidad que lo acogió.
El contraste con Cuba
Armando Codina suele recordar que su historia hubiera sido imposible en la Cuba donde nació, porque allí el sistema reprime a los emprendedores y concentra las oportunidades en manos de una élite político-militar. Su vida demuestra lo contrario: cuando el talento cubano se desenvuelve en libertad, florece y transforma la realidad a su alrededor.
Legado de libertad y resiliencia
Hoy, al mirar el skyline de Miami y recorrer barrios como Doral, su huella es visible. Pero quizás su mayor legado no sean los edificios, sino la convicción que transmite a las nuevas generaciones: la adversidad puede ser el punto de partida hacia los mayores logros, si se enfrenta con libertad y determinación.